Los hijos de Ala tienen ahora varias consolas, entre ellas una Nintendo Switch, una PS4 y una PC o portátil. En cuanto a las compras, Ala dice que sus hijos primero deben hablarlo con sus padres, y la familia puede decidir si vale la pena comprarlas. “Por ejemplo”, comparte, “mi hijo vino hace poco a hablar con nosotros para hablar sobre la compra de un pase de batalla de Fortnite. Una vez que lo decidimos juntos, lo compró con su propia tarjeta bancaria”.
Marie dice que controla los tipos de juegos que juegan sus hijos y qué juegos pueden comprar. Sin embargo, su mayor desafío se produjo cuando su hijastro “acumuló 250 libras comprando complementos” mientras jugaba a un videojuego.
“Al configurar Xbox Live, habíamos vinculado una tarjeta bancaria a la cuenta y no le habíamos dado demasiada importancia. Pero él estaba añadiendo jugadores y otros complementos sin darse cuenta de que no eran gratuitos y, de hecho, los estaba comprando con la tarjeta de su padre”.
En cuanto a la solución del problema, Marie dice que configuraron la consola para “limitar o bloquear las compras dentro del juego” y que pueden anularlas con una contraseña cuando sea necesario. Sin embargo, agrega, “configurar estos controles en las consolas es más difícil que en las computadoras portátiles o tabletas para juegos”.
Consejos para otros padres
“Mi consejo para otros padres que están preocupados por la posibilidad de tener que hacer una gran factura”, dice Marie, “es que, en primer lugar, establezcan límites de compra”. Ella dice que si su hijo tiene una asignación para videojuegos, “asegúrese de que haya controles de pago y contraseñas para evitar que gaste más de la cuenta”.
Añade que también es importante revisar las cuentas y tarjetas con regularidad. “Vinculamos todos los gastos de juegos a una sola cuenta y recibimos una notificación cada vez que se produce un cargo”. Marie confía en que hacer estas cosas la ayudará a resolver rápidamente cualquier problema de gastos que surja en el futuro.