Es comprensible creer que si puede controlar los juegos de su hijo, todo volverá a la normalidad. Sin embargo, cada adicción se entiende mejor como un síntoma más que como un problema. Por esta razón, decirle a su hijo que reduzca su juego, castigarlo por romper las reglas o restringir su acceso a los dispositivos, probablemente no resolverá sus dificultades de forma permanente.
La clave para un cambio real es esta: ¿qué es tan angustiante o insatisfactorio sobre la vida de su hijo cuando no está jugando? Para superar la adicción a los juegos, su hijo o hija necesitará ayuda para descubrir las respuestas a esta pregunta, así como aprender a lidiar de manera más saludable.
Por supuesto, es un paso importante para que su hijo reconozca las consecuencias de los juegos nocivos, incluida la forma en que se ven afectados la salud, las relaciones, la educación y las finanzas, pero esto es solo el comienzo. La recuperación duradera del trastorno del juego llega a través de conciencia y resistencia emocional. Su hijo necesita saber cómo reconocer y manejar la angustia emocional, incluso cuando anhela jugar.